26 de noviembre de 2013

Literatura de bajo presupuesto

(o un bidón de quince litros)

A principios del año 2008, en Barcelona, con un puñado de amigos —y amigas, que estamos en siglo XXI— comenzamos a juntarnos en algún bar o en la playa para charlar sobre literatura y compartir nuestros textos. La empresa era colosal y maravillosa, porque no pretendía abrir puertas a la visibilidad ni servir de escalerita a esa fama de medio pelo a la que aspiran hoy los escritores, sino, apenas, disfrutar. Por entonces yo siempre estaba metido en algún proyecto novelístico y pensé que, de cara a la lectura en estas tertulias, resultaría provechoso ensayar algún tipo de brevedad. Así fue como escribí mi primer microrrelato, «Teología», que es, en rigor, una adaptación de las líneas que abren Burocracia, mi segunda novela.
   Pronto descubrí que la microficción era más que un juego: era una manera de afinar la puntería, de cincelar con palabras, de sugerir historias y, también, de reflexionar sobre la dimensión poética y el «fuera de campo» de la narrativa. Y comprendí que conocer el género del microrrelato a fondo es un excelente camino para pensar mejor la novela.
  También descubrí que el microrrelato encuentra en el blog una muy buena forma de difusión. A partir de entonces, y durante más de tres años, escribí periódicamente microficciones que colgué en Brevedades de una Morsa a la Deriva. También, en esos años, leí mucho sobre el género y dicté varios cursos de microrrelato en distintos centros culturales de Barcelona. Podría decir que desde el principio entendí que este es un género grande.
   Ya iniciado el 2012 empecé a considerar la posibilidad de ponerle punto final al blog. Los textos de la Morsa a la Deriva representan un recorrido: no todos tienen la misma calidad, pero siempre pensé al blog más como un cuaderno de apuntes abierto a los lectores que como una selección de obras acabadas. Como todo cuaderno de apuntes, me parecía que su mejor epílogo sería la obra que propone. Por eso seleccioné los microrrelatos que por distintos motivos más me representan —o que considero a la altura de conformar un pequeño volumen de microcuentos—. Este libro, como no podía ser de otra manera, se tenía que llamar Literatura de bajo presupuesto. Y aquí lo tienen: pueden descargarlo y transitarlo en cualquier dispositivo móvil, imprimirlo o leerlo en línea. Cada microrrelato que colgué en el blog fue como una botellita que arrojé al mar de la web. Entonces podría entenderse este libro como un bidón que esta Morsa a la Deriva abandona a las aguas digitales. 

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