2 de enero de 2025

La burbuja

 
  



Más o menos por el 2014, un poco asqueado por cómo los medios moldean la realidad, empecé a garabatear una historia de encierro. Primero en forma de guion de cortometraje, pero pronto percibí que esa narración proponía un largo. La trabajé, la afiné, la compartí con algún potencial director, aunque ninguno picó el anzuelo. Tal vez escéptico por las posibilidades de que ese guion se filme –y también motivado por el experimento narrativo de El pozo–, ensayé, a partir del guion, una versión en formato literario. La novela resultante estuvo en la lista de preseleccionadas del Premio Herralde 2016; como era de esperar no superó esa instancia. Ahora no recuerdo bien, pero creo que no contacté ninguna editorial, quizá porque prefería apostarle al guion, o quizá porque igual sabía que –salvo honrosas excepciones– las editoriales no buscan libros si no autores, y la idea de hacerme marca ya de chiquito me tira de sisa.
El tiempo, inevitablemente, lo va enterrando a uno en intenciones estériles. La burbuja amagó a ser una más de esas. Hasta que en 2019 el productor y director Miguel Rocca me contactó para otros proyectos. Entre el ir y venir de un par de encargos, Miguel me contó el germen de una historia que tenía en la cabeza, como para que exploremos sus posibilidades. Ese germen no se parecía a La burbuja, pero compartía ciertos temas. Se lo dije, y le pasé el guion nomás para que no creyera, si en un futuro La burbuja se concretaba, que le estaba parasitando inquietudes. Cuestión que leyó el guion y decidió filmarlo.
La pandemia retrasó el proyecto, y también le insufló ciertas necesidades narrativas a Miguel. Lo cierto es que el guion se filmó y estrenó en el 2023. Escrito por este servidor, fue en cierta medida una adaptación –o más precisamente una fermentación– del guion original. Siempre tuve claro que la autoría de una película le corresponde al director; en consecuencia me pareció pertinente reelaborar algunos pasajes para que atajaran los intereses de Miguel. Lo que ahora importa, en todo caso, es que cuando hace poco releí la novela, me encontré con la misma historia aunque con matices proteicos. (Y también con una materialidad que, desde mi punto de vista, le aporta a la versión literaria un peso propio). Me pareció que, con la película ya cumpliendo su recorrido, llegaba la hora de buscarle lectores a la novela.
Sin embargo la idea de ir de tertulia en tertulia cortejando editores ya me aburre nomás de enunciarlo. Y mi ubicación en las afueras de la periferia de los arrabales del sistema literario tampoco me ofrece una paleta muy amplia de expectativas. Entonces, nada: acá comparto el manuscrito. Está claro que soltar un texto literario de esta manera es como abandonar una botella al mar. Pero piense usted que cuando uno encuentra una botella entre las olas y adentro de la botella un papelito y en el papelito un mensaje, siente una cosa rarísima: como que el Cosmos lo hizo cómplice de un milagro o de un accidente. Entonces dele nomás, abra la botella. Que si llegó hasta acá, por algo será.